Dura lucha de los emigrantes canarios
Los orígenes de los primeros pobladores de las Islas Canarias son un misterio. Algunos historiadores apoyan un punto de vista romántico: los Guanches, señalando que éstos eran indígenas de una raza del perdido continente de La Atlántida. Otros creen que son de origen escandinavo o cartaginés por la naturaleza marinera que tenían. “Guanche” es el nombre aplicado a la gente que vivía en Canarias antes de la conquista española. “Guanche”, para algunos escritores se refería sólo a la raza que habitaba Tenerife. Pero hoy en día se acepta este término como algo general a los habitantes originarios de todas las Islas Canarias.
La emigración canaria se dirigió, principalmente, hacia el continente americano. Venezuela era el lugar de especial atracción migratoria para los canarios. En el siglo XVIII el canario representa el 52 % de toda la emigración llegada a este país.
Una vez finalizada la Guerra Civil Española (1936-1939) y como consecuencia de mala situación económica, social y política en Canarias, se produjo una gran salida de canarios hacia América, en general hacia México, Venezuela y Cuba. La crisis de la segunda mitad del siglo XVIII obligó a Canarias a expulsar población debido a que su crecimiento demográfico era mayor que sus recursos.
Canarias vivió un verdadero drama cuando sus condiciones económicas obligaron a miles de isleños a emigrar en barcos veleros abarrotados de emigrantes, en su mayoría hombres jóvenes, para “probar suerte” en América y poder sobrevivir, acabar con el la miseria en la que muchos vivieron y con la amenaza de hambre.
Realizaban travesías muy largas el mar, en condiciones muy precarias, aterrados y de manera clandestina. Muchos canarios fueron engañados tras pagar por adelantado con los ahorros de toda la familia un trayecto que jamás realizaron.
Exceptuando algunas expediciones de familias enteras, hombres viajaban solos a América. Eran solteros o recién casados, cuyas mujeres quedaban esperando su regreso. Muchas canarias trabajaron en el campo, en igualdad de condiciones que sus esposos; sin embargo eran consideradas como “amas de casa”, debido a su condición femenina.
Un ejemplo importante en la historia de la emigración canaria fue el famoso “Telémaco”. Habitantes de la isla de La Gomera iban rumbo a las Américas, huyendo del hambre y en busca de un futuro mejor. El velero sólo podía acoger a una veintena de personas. Sin embargo, después de pagar una cantidad considerable de dinero, embarcaron ciento setenta hombres y una mujer. La travesía se recuerda como si de “La Odisea” se tratara, pues a los diez días de navegación una tormenta dejó a los pasajeros sin comida y sin agua. Muchos pensaron que nunca llegarían, pero felizmente un petrolero se cruzó en el camino y les dejó agua y algunos víveres. Casi un mes después llegaron a Venezuela.
Estas historias no son más que una parte del sufrimiento al que los canarios se sometieron durante muchos años. Se marcharon de las Islas, abandonando a sus familias, para poder enviarles dinero y darles una vida digna. La mayoría de los emigrantes pretendió volver para reunirse con su familia pero pocos pudieron hacerlo ya que el salario que tenían era muy bajo, la jornada laboral muy dura y los viajes muy costosos.
Muchos pasaban décadas sin poder recibir ni dar noticia alguna, ni siquiera una carta de su familia por las dificultades de comunicación de la época.
Era una situación muy similar, a la que se está produciendo actualmente con los cayucos que llegan a Canarias.
Los orígenes de los primeros pobladores de las Islas Canarias son un misterio. Algunos historiadores apoyan un punto de vista romántico: los Guanches, señalando que éstos eran indígenas de una raza del perdido continente de La Atlántida. Otros creen que son de origen escandinavo o cartaginés por la naturaleza marinera que tenían. “Guanche” es el nombre aplicado a la gente que vivía en Canarias antes de la conquista española. “Guanche”, para algunos escritores se refería sólo a la raza que habitaba Tenerife. Pero hoy en día se acepta este término como algo general a los habitantes originarios de todas las Islas Canarias.
La emigración canaria se dirigió, principalmente, hacia el continente americano. Venezuela era el lugar de especial atracción migratoria para los canarios. En el siglo XVIII el canario representa el 52 % de toda la emigración llegada a este país.
Una vez finalizada la Guerra Civil Española (1936-1939) y como consecuencia de mala situación económica, social y política en Canarias, se produjo una gran salida de canarios hacia América, en general hacia México, Venezuela y Cuba. La crisis de la segunda mitad del siglo XVIII obligó a Canarias a expulsar población debido a que su crecimiento demográfico era mayor que sus recursos.
Canarias vivió un verdadero drama cuando sus condiciones económicas obligaron a miles de isleños a emigrar en barcos veleros abarrotados de emigrantes, en su mayoría hombres jóvenes, para “probar suerte” en América y poder sobrevivir, acabar con el la miseria en la que muchos vivieron y con la amenaza de hambre.
Realizaban travesías muy largas el mar, en condiciones muy precarias, aterrados y de manera clandestina. Muchos canarios fueron engañados tras pagar por adelantado con los ahorros de toda la familia un trayecto que jamás realizaron.
Exceptuando algunas expediciones de familias enteras, hombres viajaban solos a América. Eran solteros o recién casados, cuyas mujeres quedaban esperando su regreso. Muchas canarias trabajaron en el campo, en igualdad de condiciones que sus esposos; sin embargo eran consideradas como “amas de casa”, debido a su condición femenina.
Un ejemplo importante en la historia de la emigración canaria fue el famoso “Telémaco”. Habitantes de la isla de La Gomera iban rumbo a las Américas, huyendo del hambre y en busca de un futuro mejor. El velero sólo podía acoger a una veintena de personas. Sin embargo, después de pagar una cantidad considerable de dinero, embarcaron ciento setenta hombres y una mujer. La travesía se recuerda como si de “La Odisea” se tratara, pues a los diez días de navegación una tormenta dejó a los pasajeros sin comida y sin agua. Muchos pensaron que nunca llegarían, pero felizmente un petrolero se cruzó en el camino y les dejó agua y algunos víveres. Casi un mes después llegaron a Venezuela.
Estas historias no son más que una parte del sufrimiento al que los canarios se sometieron durante muchos años. Se marcharon de las Islas, abandonando a sus familias, para poder enviarles dinero y darles una vida digna. La mayoría de los emigrantes pretendió volver para reunirse con su familia pero pocos pudieron hacerlo ya que el salario que tenían era muy bajo, la jornada laboral muy dura y los viajes muy costosos.
Muchos pasaban décadas sin poder recibir ni dar noticia alguna, ni siquiera una carta de su familia por las dificultades de comunicación de la época.
Era una situación muy similar, a la que se está produciendo actualmente con los cayucos que llegan a Canarias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario